Desde El Alto De Malagón a La Naranjera y El Monte Abantos
El pasado domingo 28 de Febrero y para despedir el mes estamos convocados para hacer lo que más nos gusta, unos cuantos kilómetros de senderismo por la Sierra de Guadarrama.
Hay ganas, se nota en el ambiente porque la mayoría de la gente llega al aparcamiento del Embalse del Romeral, en San Lorenzo de El Escorial, con tiempo de sobra. Nos repartimos en cuatro grupos con los respectivos guías que nos encargamos de la salida. Por delante tenemos 18 kilómetros y 1050 metros de desnivel positivo.

Ruta inicial de 18 km y 1050 m+
¡Venga, comenzamos la primera subida! Son 400 metros positivos para empezar a calentar las piernas. El ritmo es asequible porque sabemos que nos queda mucho día, poco a poco sumamos distancia entre los pinares escurialenses y nos acompaña el trinar de los pájaros. ¡Es tan bucólico!
Cuando estamos muy cerca de llegar al Alto de Malagón (1590 m) vemos como sube la niebla fría y húmeda por la vertiente; tememos que durante todo el día nos haga no poder disfrutar de las vistas. En el mismo Alto empezamos a cumplir el objetivo de conocer pozos de nieve; aquí mismo hay uno grande y algo invadido por la maleza.
Rápidamente nos adentramos en el pinar para resguardarnos del frío viento y seguir el camino de una primera cruz de Rubens; desconocida por estar en medio de la vegetación pero igual de importante que las otras que veremos.

La primera cruz de Rubens, ahora rodeada de vegetación.
Seguimos con un sube-baja por el pinar hasta que en unos minutos salimos al descubierto y… ¡allí divisamos la segunda cruz de Rubens! El lugar entusiasma a todos, a pesar de que no vemos el espectáculo a nuestros pies porque está nublado. Realmente es un sitio mágico, la pradera, el pinar rodeando el lugar, la cruz clavada en la roca desnuda.

Chema posa para todos, un retrato para la posteridad.
Nos da tiempo a dar unos tragos de agua y reponer la compostura para ir hacia el próximo lugar. Antes tenemos que atravesar tierras abulenses y podemos seguir un ritmo cómodo por un sendero algo encharcado por el deshielo de la semana. En cuanto penetramos en el bosque podemos seguir ir acomodando nuestro itinerario al terreno, algo de desnivel ganamos y perdemos con tranquilidad hasta que cruzamos el pequeño pero impetuoso Arroyo de Navalacuerda. Casi a curva y al norte de la ladera llegamos a un pozo de tirador republicano de la Guerra Civil, estratégicamente situado en lo alto de la loma y con vistas privilegiadas si existiera alguna incursión del bando rebelde nacional.
Descendemos hasta la Fuente de las Negras y tomar el sendero que nos va a llevar hasta el mirador de La Naranjera. Al llegar a la parte alta cruzamos encajonados por una grieta…

Al otro lado de la grieta nos espera una sorpresa
Cruzamos uno por uno y al salir nos encontramos con esto…
Sí, ahí está el Valle de los Caídos. Impresiona su gran cruz y la integración en el paisaje, aparte de consideraciones políticas o religiosas.
Tras este rato podemos decir que ya estamos a mitad de camino y tenemos que pensar en ir sumando más metros de desnivel, poco a poco, paso a paso, hasta el pico San Juan (1734 m). Otros 200 metros positivos entre pecho y espalda… pero con el pensamiento puesto en otro punto clave del día; el pozo de nieve del siglo XVI. Tras un buen rato de caminata llegamos a la pequeña pradera donde contemplamos este edificio que alberga un pozo de nieve muy grande. ¿Cuántas toneladas de hielo podría albergar en su interior?

Tras 500 años sigue siendo espectacular la construcción y habla de la importancia que tenía el hielo.
Ya con la panza llena retomamos la vuelta pasando por el mítico pico Abantos (1753 m), no deja de impresionar y encontramos la tercera cruz de Rubens. Por supuesto que tenemos unos minutos para contemplar el paisaje, a media mañana nos ha dado tregua y algo se ha despejado el cielo.
Pasando por nuestra querida Fuente del Cervunal y viendo que el agua sale a una presión muy pocas veces vista, refrescamos el gaznate con el gélido líquido. ¡Vamos, queda la parte final! Comenzamos el descenso por el conocido camino del Abantos haciendo quiebros. En un momento nos desviamos y rodeamos la cresta con las paredes llenas de escaladores; volvemos a tener una vista más cercana del Monasterio de San Lorenzo desde un mirador natural.
Cuando ya alcanzamos la pista y se divisa el final de la jornada unos cuantos hacemos un quiebro y visitamos la cruz del niño Pedrín; un lugar en el que encontraron a este niño que fue secuestrado y asesinado a finales del siglo XIX. Un auténtico caso abierto después de más de 120 años.
Y ya nos quedan quince minutos para llegar a nuestro lugar de salida, el recorrido se cierra con cansancio y emoción.
¿Cómo fueron los números de la jornada? 19,94 kilómetros y 1046 metros de desnivel positivo.
Los artífices de esta gesta fuimos Alberto, Almudena, Andrea, Bea, Chelo, Chema, David, Jeffrey, Juan Ignacio, Julio, Luisa, Marta, Myriam, Óscar, Paco, Paloma, Patricia, Rita, Sergio y Susana.
¡Nos vemos en el monte!
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