Nadie tiene muy claro como comenzó esta aventura fuera de las tradicionales “vallas” de la Sierra de Guadarrama. Creo recordar que, hace mucho, mucho tiempo; con ocasión de un descanso en Canto Cochino después de ir a Puente Poyos y, cervezas mediante, comencé a relatar mis aventuras pirenaicas. No sé si fue mayor la pasión del que hablaba o la de aquellos que escuchaban. El caso es que, entre todas las voces, se escuchó claro y alto la de Ibón diciendo, nos vamoooos. ¿Cuándo?
Ahí comenzó todo. Nos fijamos una fecha límite para poner fecha a las rutas pirenaicas y, por distancia, se imponía un fin de semana largo para disfrutar de dos salidas largas y una corta. Finalmente, en Julio, se fijó la fecha del fin de semana del 8 de setiembre. A partir de ahí, calentando motores fui pergeñando las rutas a disfrutar.
Por ser Pirineos, la actividad de Caminando entre Experiencias caracterizada casi siempre por senderos suaves y asequibles (salvo en ocasiones que todos recordamos), se troco en dos rutas de montañismo, como no podía ser de otra forma. Así pues, diseñadas las rutas que nos llevarían al Ibon de Toro con vuelta por el Collado de la Renclusa y al Ibon de Escarpinosa con vuelta por el Refugio de Estos (más de 25 km y acortada a última hora por sentido común) nos dispusimos a conocer el mundo de Pyrenne que, según reza la leyenda fue la que dio nombre a los Pirineos. Leámosla.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo Gerión (monstruoso rey de tres cuerpos y tres cabezas, nacido de la unión de Crisaor y Calirroe. Vivía en Eritea, hoy conocido como Cádiz y tenía aterrorizada toda la península Ibérica), el engendro deforme de 3 cabezas derrotó al Rey Tubal (nieto de Noé, considerado un gran rey y un gran guerrero. Encargado en repoblar Hispania y del progreso de la península, gracias a sus grandes conocimientos en metalurgia). Pyrene (hija del Rey Tubal y de extremada belleza, enamorada de Hércules del cual se dice en otras leyendas que la dejó embarazada), enamorada de Hércules (conocido también como Heracles. El más grande de los héroes griegos. Dotado de extremada fuerza, valentía, virilidad y coraje. Está considerado antecesor de los reyes de España), sabiendo que el monstruo iría a por ella, huye a los bosques de la llanura, morada de dioses, semidioses y hombres, para esconderse.
Gerión enamorado y rechazado por Pyrene, sabía que tenía que matar a la princesa para hacerse con el control como nuevo rey de Hispania y la persigue llegando hasta la frontera con el país vecino. Al no encontrarla decide quemar todo ese vasto territorio, pensando que la princesa moriría presa de las llamas. El fuego se extendió por la cordillera pirenaica, asolando todo lo que encontraba a su paso. Animales, vegetación y pueblos enteros fueron borrados de la faz de la tierra.
La princesa Pyrene, muy asustada gritaba presa de las llamas. Sabiendo que en poco tiempo el fuego acabaría con su vida. Hércules que había visto las llamas del gran incendio y escuchado sus gritos de pánico, corrió a socorrerla, adentrándose en los frondosos bosques en llamas. Pero todo fue en vano. Cuando llegó, la princesa Pyrene moribunda, solo tuvo tiempo de contarle lo que había sucedido.
Hércules, el gran guerrero y semidiós que luchaba contra los enemigos de Iberia, no pudo salvar a la bella y amada Princesa Pyrene. Triste y desconsolado, con el corazón hecho pedazos, cubrió el cuerpo con un manto cenizas. Además, sobre el cuerpo de la bella princesa, fue amontonando grandes piedras en forma de mausoleo. Una piedra tras otra fue dando forma a este singular sepulcro, a esta barrera montañosa, desde el Mar Mediterráneo hasta el Cantábrico; cubriendo así esta cordillera sagrada, morada de los dioses, como cuenta la Leyenda de Pyrene
Y así es como fruto del amor entre Pyrene y Hércules, se formaron estas mágicas montañas dando forma a los más grandes picos de España que hoy conocemos como Pirineos. Se dice que exactamente está enterrada en el Valle de Benasque justo debajo del pico más alto de los Pirineos al que todos conocemos como Aneto.
Las semanas previas al viaje a Pirineos estuvieron llenas de interrogantes porque no descubrí las rutas completas a los participantes hasta la semana anterior a la salida (aunque había dejado algunas pistas). Se acercaba la fecha de salida y se imponía la logística. Las vacaciones pedidas y no concedidas, los diversos turnos de viaje, el alojamiento, la distribución de los coches, etc.; en definitiva, todo lo necesario para que nuestro viaje a las montañas mágicas de Benasque fuera un éxito. Debía ser un éxito de organización, como así fue con la ayuda de todos.
Para algunos de nosotros, el Pirineo, fue un maravilloso descubrimiento. Tierra de majestuosas e imponentes montañas. De naturaleza salvaje e indomable. Lugar de vida para innumerables tipos de fauna, flora y lugares de interés geológico. Cultura milenaria que abriga leyendas recogidas por nuestros mayores al calor de la lumbre en una cadiera cualquiera. Pista de baile para aventureros y conquistadores; esta tierra, sin duda, esconde una magia que le hace única.
Tanto si queremos realizar una ascensión, descender un cañón o escalar una de sus más comprometidas paredes verticales, este lugar, en ocasiones recóndito, nunca defrauda. Mucho menos cuando, en compañía de gente querida, lo recorres con pausa para disfrutar de sus colores, sus paisajes, su prístina naturaleza y por que no, de sus silencios. Sus Ibones atesoran el mayor potencial de belleza de todo el Pirineo. Cada uno de ellos guarda, en cada instante, una visión diferente de sus aguas y su entorno más cercano. Tendríamos que vivir muchas vidas para ver y disfrutar los infinitos matices que nos ofrecen.
El primer día, abiertos todos nuestros sentidos, nos dispusimos a conquistar el Ibon del Coll de Toro a mas de 2400 metros de altitud. Iniciamos el camino en La Besurta (después de un agradable viaje en autobús) desviándonos de la ruta principal para, después de una ascensión en frio, que nos hizo sudar y renegar (a algunos más que a otros u otras) descubrir los ibones de Villamuerta. Superados estos, descendimos para recuperar la ruta primigenia atravesando los esteros del Rio Esera que nos llevaría al Forau d’Aigualluts.
Estas fauces montaraces se abren para tragarse lo que después se convertirá en uno de los ríos mas caudalosos de nuestro país vecino, el Garona. Hacia el frente, teniendo como lienzo al fondo el glaciar del Aneto, nos sorprende por su espectacularidad la cascada de Aigualluts que, a pesar de lo avanzado de la fecha y la escasez de agua, estaba pletórica del preciado elemento.
Extasiados por ese regalo de la naturaleza, nos costó reiniciar el camino y, de pronto, a la vuelta del roquedo de la cascada, se hizo presente la inmensidad del Plan de Aigualluts, dibujado por la ladera norte del Aneto y la cuerda que se estira desde el pico de la Pena Nera a la Tuca Blanca de Pomero y la de Bargues, con una altura media de 2500 m.
Al frente, el valle se cierra con un desnivel creciente de unos 100 m que hay que superar para, recorriendo la orilla izquierda de l’Aigueta de l’Escaleta, llegar a las cercanías del límite con la provincia de Lérida. A nuestra izquierda se adivinaba el perfil del Collado de Toro, detrás del cual estaba el ibon del mismo nombre. Nos aventuramos a subir para descubrir el espectacular espejo azul en el que se reflejaban las cimas cercanas y la no menos espectacular mancha de niebla que se nos venia encima.
Bajamos e iniciamos el camino de vuelta. Otra vez llegamos al Plan de Aigualluts, pero esta vez el camino no era el mismo. Había que superar el collado de la Renclusa. De los 2000 m en el valle a los 2282 del collado en 1,5 Km. Lo tomamos con calma con un buen ritmo y coronamos para apreciar una espectacular visión este-oeste de parte de la cuerda de las Maladetas. Desde el pico Sayó (3231) al pico d’Alba (3107). Ya arriba, el clima del grupo se atempero después de la dura subida.
No había que descuidarse porque, después de la dureza de la ascensión, la fatiga atenaza las piernas y la tendencia al relax en la bajada es peligrosa. Descendimos con prudencia hacia el Refugio de la Renclusa y allí hicimos nuestra última parada antes de alcanzar, en el final de la ruta, La Besurta de donde habíamos partido.
¿Qué puedo decir de la experiencia? No era una ruta a las que estábamos acostumbrados, fue mas senderismo del duro o montañismo que otra cosa. En cualquier caso, fue un precalentamiento para lo que nos esperaba al día siguiente que, inicialmente, eran unos 25 Km y un desnivel de 500 m aproximadamente.
No pude ejercer mi labor de guía por una sobrecarga muscular que casi me impedía andar. Uno tiene sus años y las semanas previas a Pirineos me excedí en el entrenamiento; como consecuencia, “de aquellos polvos, estos lodos”. No hubo problema, cuatro indicaciones básicas le permitieron a Ibon y a todos los demás hacer la ruta que, si cabe, era más atractiva que la que habíamos terminado.
El último día, recorrimos la ruta botánica de Benasque de unos 2 km, corta pero intensa y adornada por innumerables especies de plantas que Ibon tuvo a bien comentar, además de notables cascadas que ponían música a nuestro caminar.
PD: Julio 2023, es un mes tan bueno como cualquier otro para pensar en la siguiente salida a Pirineos ¿Nos atrevemos? Pues a planificar las fechas. De las rutas me encargo yo.
Dedicado a todos lo caminantes militantes
En San Agustín del Guadalix un día cualquiera
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